Es un recuerdo del que tenía mi madre pero he tenido que modificarlo por que yo no tenía un tubo metálico como ella así que me he hecho uno reciclando un tubo de papel de cocina.
Lo he tenido que reforzar con otro para asegurarme de que no se doblase con facilidad. En la foto veis, de abajo a arriba, el tubo original, otro recortado a la longitud adecuada y un tercero de la misma longitud pero al que le hemos recortado una tira muy estrechita por que si no cuando lo encajábamos en el otro no cabía.
Aquí véis como encajan. Solo faltaba ponerle un círculo para que hiciera de fondo y el interior estaba hecho.
Luego hice un tubo de fieltro (ya hablaremos después del fieltro) y le puse dentro el montaje de cartón.
Con la misma técnica hice la tapa y los junté. Este es mi tubo terminado.
En esta foto podéis ver la cinta de terciopelo que le puse por detrás y que tiene una función doble. Por un lado sirve para tapar la costura del tubo y por otro sirve de "bisagra" entre el cuerpo del tubo y la tapa.
Ya solo me queda enseñaros como se ve por dentro con su forrito (que si no, se veía el cartón y quedaba muy feo).
Cuando tenga un poquito de tiempo haré otro para las agujas de punto.
Hablemos del fieltro que he usado para este proyecto.
Es uno de esos caprichos que te das un día, que estás con la guardia baja y simplemente te dejas. Es bonito y llamativo, con las lentejuelas sobre una base de tul que no se ve hasta que trabajas con ella.
Vale, pues aunque el efecto sea muy chulo y todas esas cosas es un auténtico incordio para trabajar con él. Cuando cortas una pieza de repente las lentejuelas se multiplican por arte de magia. Aparecen pedacitos por todas partes y acaba uno de los nervios recogiéndolos.
Si a todo eso le sumas que un miserable cuadrado de material de 30x30cm cuesta 3€ pues se concluye que el negocio no sale a cuenta.
Hablemos del fieltro que he usado para este proyecto.
Es uno de esos caprichos que te das un día, que estás con la guardia baja y simplemente te dejas. Es bonito y llamativo, con las lentejuelas sobre una base de tul que no se ve hasta que trabajas con ella.
Vale, pues aunque el efecto sea muy chulo y todas esas cosas es un auténtico incordio para trabajar con él. Cuando cortas una pieza de repente las lentejuelas se multiplican por arte de magia. Aparecen pedacitos por todas partes y acaba uno de los nervios recogiéndolos.
Si a todo eso le sumas que un miserable cuadrado de material de 30x30cm cuesta 3€ pues se concluye que el negocio no sale a cuenta.
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